CONFIRMADO: Era intransigencia. Mi última réplica a Sisary Poémape
Ayer publiqué los comentarios a un artículo de Sisary Poémape sobre una crítica a la Semana Feminista. Si le queda alguna duda, me motivó un genuino intento de diálogo: para eso ordeno ideas, escribo y publico en este blog. Es triste leer ahora esta segunda réplica (https://feministas.lamula.pe/2015/06/08/semana-feminista-pucp-respuesta-a-la-respuesta-de-una-respuesta/sisary/), que magnifica los problemas de la primera. Señalar y refutar punto por punto cada falacia aquí tomaría horas, por lo que solo diré lo siguiente:
Respuestas como esta, no por su agresividad sino por sus contradicciones y falacias de ataque, generan un daño mayor que el que se le adjudica a mi artículo - o a cualquier otro que un hombre cisgénero pueda escribir - sobre la percepción del feminismo.
Cito, como ejemplo aquello que está más fuera de lugar:
Refiriéndose a Matheus:
“- A usted le eseñaron a disfrutar el debate, a nosotras nos enseñaron a defendernos de usted. (…) Me molestan estas posiciones que quieren jugar de abogado del diablo solo por el acto de "provocar" a una feminista, de "fomentar el debate", porque termina resultando no en un proceso de aprendizaje sino en un arte de la imposición. (?) (…) A mí, como feminista, me resulta triste que haya tenido que ser en estos términos, en los que tengo que defenderme de usted y no dialogar.”
En otro momento, acusándome a mi:
“Usted está reproduciendo esa lógica dictadora bajo la cual las mujeres analfabetas de mi país no tienen espacio en la universidad más que como objetos de estudio. La misma lógica bajo la cual si su compañera de carpeta no tiene los mismos recursos retóricos que usted para argumentar invalida por completo lo que tiene para decir.”
Da fuck?
Cualquiera que lea mis artículos comprenderá que: 1) si me parece NECESARIO (y creo haberlo incluso dicho explícitamente) tocar temas de sexualidad y de identidad de género 2) No he condenado/criticado jamás a la Semana Feminista por carecer de la magnitud del EFLAC. Es más, he manifestado mi apoyo a su continuación y condenado la persecución por las autoridades PUCP 3) Creo que ni en mi artículo ni en el de Matheus se ha tratado de “provocar” a alguna feminista. Esta es una victimización innecesaria, que refuerza la idea de una supuesta “agresión” inexistente y que trata de satanizarnos.
En ningún momento le he demandado nada a la semana feminista, solo he ofrecido mi opinión de manera pública, que es un juicio de valor. No tienen que responderle ni a mis preguntas ni a ninguna de las columnas que aparezcan en línea sobre el feminismo; nadie lxs obligx a nada, ni es mi intención hacerlo. Frente al argumento, pueden hacer lo que quieran: aceptarlo, ignorarlo, o quizás refutarlo. Pero aquí lo que se ha hecho es pegar el grito al cielo, de un modo similar al que AURA PUCP y los conservadores se indignan cuando se habla abiertamente sobre sexualidad femenina. Discúlpenme, pero no encuentro cuál es el problema de discutir sobre la Semana Feminista en público. ¿Debemos de acercarnos a los organizadores de la Iglesia y a los miembros del Congreso cuando criticamos dichas instituciones? No. ¿El problema entonces es que la crítica la haga un hombre cisgénero? ¿Por qué el veto a que los hombres heterosexuales omitan opinión al respecto? Cuando mencioné que mujeres (algunas heterosexuales, otras bisexuales) se han mostrado a favor del argumento lo hago no para legitimar su conclusión sino para demostrar que puede ser defendido por cualquiera y que una argumentación no está condicionada a una identidad. Por ello, cuando se señala que
“Nuestro trabajo está orientado a promover el debate y la reflexión, facilitar herramientas, compartir estrategias, ESCUCHAR AL OTRX, sobre temas que nos interesan.”
… y se pretende a la vez deslegitimar un argumento y atacar al hombre que lo escribió, acusándolo de patriarcal, de reproducir la lógica dominante del estado; entre otras cosas, en vez de refutar el argumento, se está cayendo en una enorme contradicción.
Pero más importante que refutar cualquier cosa o adjetivo que haya quedado pendiente sobre mi, me interesa comentar la estupidez de la siguiente afirmación porque raya en lo panfletario:
“Y es que sí pues, a usted como hombre lo socializan para creer que todo lo que tiene para decir tiene espacio en lo público, sin que le digan pendeja, puta, resentida, malcriada, tonta en el camino.”
He tenido la oportunidad de dictar un taller de Debate y Oratoria en un colegio de varones y he podido comprobar que, a diferencia de la afirmación anterior, nuestra sociedad condena abiertamente el que incluso los hombres se expresen públicamente. Los niños que hablaban más, aquellos más críticos y que ofrecían abiertamente su opinión, los que destacaban, eran atacados con adjetivos, incluyendo “sobón”, “chupamedias” e incluso llegué a escuchar que alguien insinuaba que yo le atraía a dicho alumno. Esta sociedad prefiere que las personas, particularmente a las mujeres pero también los hombres, sean sumisas en lo que refiere a su capacidad de expresarse públicamente. Prefiere que todos nos quedemos callados, que guardemos nuestras ideas nos apeguemos a estereotipos de género y es rápida para catalogar y estigmatizar la diferencia. Y esto no solo se limita al espacio del colegio: en mi propia facultad, a raíz de un incidente banal, recuerdo claramente que alguien comentó “en esta especialidad, si emites tu opinión política te señalan”. Así que puedo afirmar que mi socialización no buscaba que publique un argumento en La Mula por el solo hecho de tener un pene, ni incentivaba a otros hombres a hacerlo. Todo lo contrario, buscaba que siga un estereotipo de galán/hombre modelo, que incluye una enorme cantidad de cojudeces, como que sea “caballeroso” pero que salga y disfrute bailar un perreo intenso escuchando un bodrio de reggaetón hasta la madrugada, que sea un pendejo, que no llore al ver películas, que consuma arte basura, que carezca de sensibilidad, que me comporte como “hombre”/”macho” cuando tengo ansiedad o depresión, que estudie una carrera de ciencias o administración o algo que tenga una rápida remuneración económica, que me case, tenga hijos en una relación monogámica y que me quede tranquilo y callado, centrado en mi vida y mis posesiones sin cuestionar el sistema político y socioeconómico. Cualquier desviación de esa norma te vale también un adjetivo: como “maricón”, “emo”, “resentido”, “enfermo”, “atorrante”, “sabelotodo”, “ingrato”, “imbécil”, “malcriado”, “infeliz”. La socialización te enseña a cualquier cosa menos a expresar tu opinión públicamente. Es más, busca reprimirlo. De ahí que mencione en el primer artículo la necesidad de atacar la heteronormatividad que impera en la sociedad y que afecta a tanto hombres y en especial a mujeres. Lanzar la afirmación que a los hombres se nos motiva y permite expresarnos libremente al desviarnos de la norma sin consecuencia de alguna censura social, peca de ser una visión estereotipada del género masculino, y me parece sumamente lamentable que venga de una feminista.
Y va:
-Confirmo que hay una negación a aceptar la crítica como válida y de debatir, bajo la excusa que se trata de un debate que ha sido dictado por los términos de un hombre (?) que se las da de juez (?) por lo que ustedes deben defenderse (?) y no están obligadxs a brindarle una respuesta. Efectivamente, no tienen por qué hacerlo. Pero el pasar a insultar y adjetivar a los hombres que escribieron públicamente artículos sobre el feminismo, solo demuestra un alto grado de intolerancia, que contradice con los objetivos que se intentan defender en la Semana Feminista.
tl;dr: g.g.
PD: https://www.youtube.com/watch?v=fjg5TuXV09U